1 jul 2007

El valor económico de la lengua española y las culturas hispánicas: la desindustrialización cultural

Como ya se ha mencionado, la brecha digital, la dificultad de acceso a la sociedad de la información para poblaciones con escasos recursos, desequilibra la presencia en la Red de culturas y lenguas. Esto es especialmente llamativo en el ámbito del español ya que, siendo la tercera lengua de comunicación mundial, ocupa el cuarto puesto en el uso de la Red y otro mucho más rezagado en la generación de contenidos [este artículo se escribió en 2005, hoy el español es la tercera lengua de la red].

A pesar de ocupar la cuarta posición en porcentaje de internautas, el número de páginas web en español es inferior al que cabría esperar y alcanza sólo el 4,87% mientras que las páginas web en inglés llegan hasta el 45 %, según datos de Funredes de enero de 2003.

Esto es debido, en parte, a que la industria e instituciones culturales no están aprovechando adecuadamente todos los mecanismos que ofrece la sociedad de la información, exceptuando algunas tendencias del sector turístico, donde la fuente más importante de decisión de los consumidores se encuentra precisamente en la información obtenida a través de la Red.
Hablando en términos generales, el avance de la Sociedad de la Información no repercute por igual en todos los tipos de industrias. En el caso de la música, el DVD asociado al cine o al documental, la combinación de la informática y las telecomunicaciones de banda ancha permiten realizar copias idénticas al original a muy bajo coste, bajo petición del usuario y muy rápidamente, lo que repercute negativamente en la comercialización de este tipo de producto cultural.

En el caso de la literatura y el mundo del libro, en general, los procesos de ‘clonación’ del producto cultural son menos fieles. El proceso de copia pasa por una fase de digitalización a través de un escáner que es lenta, imperfecta y laboriosa. Debe realizarse página por página y cada una de ellas puede durar varios segundos. Los medios de localización y distribución de estas copias son muy imperfectos y los de reproducción son de menos calidad tanto en las páginas, la impresión, el encuadernado...

Las consecuencias del avance de la Sociedad de la Información sobre las industrias culturales asociadas al libro, como las editoriales o las librerías, están siendo muy diferentes a las observadas en la industria discográfica o cinematográfica, en la que la distribución ilegal y la copia pirata han conculcado seriamente los derechos de autor y han puesto en peligro la estabilidad de estas industrias. En el mundo del libro, Internet ha permitido la creación de portales legales, como “Amazon”, “Google Print” o “La casa del libro” que han acelerado la distribución comercial y han facilitado el consumo de libros entre los lectores.

Es un hecho que en los próximos años aumentará la competencia entre los portales de Internet por la distribución comercial del libro. Este desarrollo está obligando a redefinir los sistemas de gestión de derechos digitales, relacionados con la copia privada en el mundo del libro, que afecta especialmente a los países de escaso desarrollo de la Sociedad de la Información pero con elevada creatividad.

Exceptuando este tipo de casos, se podría afirmar que se está produciendo una tendencia hacia la desindustralización cultural. Mientras el crecimiento de contenidos culturales en la Red facilita un consumo creciente de los mismos, por ejemplo, de música, de literatura o de cine, etc., los modelos empresariales propios de una sociedad industrial no consiguen adaptarse al ritmo de la innovación propio de la sociedad de la información. El lenguaje en general y la lengua española en particular han sido profusamente analizados desde los más variados puntos de vista: el filosófico, el filológico, el histórico, el geográfico o desde la óptica de la comunicación humana. Sin embargo, escasamente se han abordado los aspectos económicos de la lengua española y con menor frecuencia todavía se ha tratado de cuantificar el peso de nuestro idioma dentro de la economía del país.

Estudios como «El valor económico de la lengua española» tratan de corregir esta situación y sus conclusiones apuntan a que la lengua española es la responsable de un 15% del producto interior bruto español.

Este estudio, en concreto, no se limita a valorar el peso del idioma de acuerdo con el enfoque tradicional de las llamadas “industrias de la lengua” (editoriales, traducciones…), sino que toma como criterio básico que el español sea una parte sustantiva del objeto principal de la actividad estudiada. Esta metodología nace de las propias cifras de la contabilidad nacional y determina, para cada línea de productos que le agregan valor, qué porcentaje puede ser atribuible al idioma. Así, en algunos casos se aproxima al 100%, como en la rama editorial, en la educación, o en la Administración.

En líneas generales puede decirse que es el sector servicios el que más aporta a la valoración global de la presencia del español en el PIB, con un 85%, dejando el 15% restante para los otros dos sectores básicos de la economía: el industrial y el agrícola. Los datos utilizados se refieren al período 1995-2004 (los de 2002-2004 mediante proyección), y reflejan un aumento desde el 14,2% al 15% del PIB. El incremento es generalizado, y contribuyen a él en buena medida las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC).

«Este valor económico del español es lo que, desde el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) se viene denominando el español como recurso exportable (ERE) y que, según cálculos del Instituto, con independencia de la actividad editorial, podría generar un negocio anual en torno a los 200.000 millones de pesetas (formación, viajes, educación, etc.) ».

La trascendencia de estos cálculos (exportables en la forma de su obtención a otros países de habla hispana) reside en que justifican, con un criterio puramente económico, la defensa del español como lengua de comunicación, y permiten afrontar desde una base sólida su promoción en terrenos donde parece más frágil como, por ejemplo, en Internet o en el ámbito de las TIC, donde, como se ha visto, su implantación es todavía débil. En la sociedad de la información se está jugando buena parte del futuro de la lengua española y los resultados de esta investigación avalan la necesidad de una fuerte inversión pública que sirva de impulso para solventar dicha carencia. El hallazgo de ese 15% de aportación al PIB nacional pone de manifiesto que su incomparable relevancia no termina como vehículo de transmisión y conformación cultural.

Ver. Ángel Martín Municio (dir.), «El valor económico de la lengua española», Madrid, Espasa Calpe, 2003, con la colaboración de la Fundación Santander Central Hispano, el Instituto Cervantes, y la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.


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